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BECKET O EL HONOR DE DIOS

De Jean Anouilh

PRENSA

Becket o el honor de Dios no es simplemente el mejor trabajo que se haya visto en la Muestra, sino una recuperación del teatro como espacio para la manifestación de ideas, y por tanto, un homenaje en honor del teatro. 

Ana Laura Santamaría

Diario de Monterrey,  Muestra Nacional de Teatro

 

Cuando los ojos contemplan cuadros en movimientos imágenes reveladoras, uno se convence de que el teatro de la palabra no está reñido necesariamente con la plástica ni con la expresión corporal.

 Victor Hugo Rascón Banda

Proceso

Detrás de cada gesto, imagen, atmósfera y sonido, que llegan espontáneos, frescos, se puede intuir un largo, humilde y apasionado trabajo de investigación, en un contexto donde se lleva a sus últimas consecuencias la potencia expresiva del actor en el espacio vacío.

Luz Emilia Aguilar Zinser

Reforma

TRAILER

PREMIOS

1998: Mejor Director de Teatro Experimental, Asociación Mexicana de Críticos Teatrales

1998: Mejor Director de Grupo Teatral, Asociación de Periodistas de Teatro

1998: Mejor Jóvenes Actores, Asociación de Periodistas de Teatro

1998: Mejor Co-autor, Asociación de Periodistas de Teatro

SINOPSIS

En el siglo XII, Enrique II, rey normando que domina Inglaterra, nombra canciller a su mejor y amado amigo, Tomás Becket, de origen sajón, en contra de la voluntad de la casta normanda y de la reina. El canciller apoya al soberano en sus deseos de lograr mayor autoridad sobre las jerarquías eclesiásticas.

Posteriormente, Enrique II designa a Becket como arzobispo de Canterbury. A raíz de ello, Becket abandona la cancillería y varía de actitud en defensa de la iglesia y se niega a aceptar decretos que establecen la primacía real sobre la eclesiástica. Una larga lucha comienza entre los amigos, en la cual uno defiende el honor del reino y otro el honor de Dios.

Acusado de traición, Becket se refugia en Francia, bajo la protección de Luis VII. El Papa lo envía a un convento cistirciense. Después de 6 años de exilio, Enrique II le permite a Becket regresar a Inglaterra, al aceptar éste ciertos decretos. El arzobispo regresa aclamado por el pueblo inglés. Enrique priva al arzobispo del privilegio que le corresponde de ungir al heredero al trono. Un grupo de nobles adictos al soberano dan muerte a Becket en la catedral de Canterbury. El rey hace penitencia pública ante la tumba de Becket, canonizado después de su muerte.

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